Tener diferentes puntos de vista sobre cómo entender una situación concreta y cómo actuar. Molestarse por algo que ha hecho la pareja o por el contrario, molestarse por algo que NO ha hecho. Tener unas expectativas que finalmente no se han cumplido. Los ejemplos podrían ser eternos y no acabaríamos nunca …
Estamos describiendo motivos por los que una pareja puede iniciar una discusión si uno de los dos se lo propone. Aunque lo que dicen “Dos no se pelean si uno no quiere” puede ser cierto, aunque no se peleen, lo que ha decidido no dar rienda suelta a su instinto de contratacar, queda con mal sabor de boca, herido y triste .
Cuando una pareja discute, los desencadenantes pueden ser muchos y el análisis generalmente se reduce a: A le dice a B que X, B le contesta a A que Y, y así hasta que uno de los dos se va enfadado o dolido y se establece un malestar que puede durar en el mejor de los casos unas horas.
Las personas solemos expresar nuestro descontento en forma de crítica. Esto significa que, además de decir lo que no nos ha gustado o nos ha disgustado, tenemos la tendencia a señalar alguna característica referente al otro, desvalorizando y generalmente en tono despectivo, por ejemplo:
“Ostras, por un día que podemos aprovechar de hacer algo juntos sin los niños, se te va la olla y le dices a tu hermano que venga a ver el partido, ya te vale! Eres un egoísta! Que ya no quieres pasar tiempo conmigo o qué? “.
“Hala, otra vez me toca bajar a mí la basura, eres un jeta! Siempre te libras!”
Queja y crítica. A algunas personas les parecerá que son sinónimos, lo mismo casi, pero en realidad son dos conceptos diferentes. Ver la diferencia nos permitirá ser más constructivos en nuestra relación en vez de poner palos en las ruedas.
Una queja deja ver el malestar de una persona en relación a algo que ha hecho (o no) el otro, y es que desde el momento que somos seres sociales, estamos expuestos a que nuestras acciones desagraden y viceversa. Cuando nos quejamos expresamos un descontento, y dejamos ver claramente cuál es la necesidad o el deseo de que se esconde detrás.
En los dos ejemplos anteriores, transformaríamos:
“Con lo que nos cuesta últimamente tener un rato para los dos … tenía muchas ganas de hacer algo contigo. Lástima que no hemos hablado antes de lo qué-cómo-cuando. Crees que le puedes comentar que al acabar el partido marche y hacemos algo después? “
“Me gustaría que nos repartiéramos un poco más las tareas domésticas, así no se nos haría tan pesado a ninguno de los dos. Cómo te parece que nos podemos organizar? “
Mucha diferencia respecto a los primeros comentarios ¿verdad? En los primeros estamos haciendo una crítica porque además de expresar nuestro desacuerdo, desvalorizado e incluso tratamos al otro con desprecio. Nuestro enojo y frustración han ganado y buscamos hacer sentir al otro culpable.
En cambio en los segundos, expresamos nuestro desacuerdo y también nuestra frustración al no poder satisfacer lo que deseábamos, pero lo hacemos de manera constructiva. Nuestro mensaje permite una nueva realidad más positiva para los dos. Al expresar realmente cuál es nuestra necesidad, provocamos en el otro la intencionalidad de satisfacerla dado que sabe lo que nos hace felices, contribuyendo a una relación de pareja mucho más saludable y armoniosa.
Os animo a practicar la diferencia entre crítica y queja en su día a día: busca cuál es el deseo de que se esconde en la crítica del otro y tenedlo también presente en el momento de tratar temas a hablar con sus parejas. Veréis como este cambio en la comunicación le puede aportar muchos beneficios y ahorrar discusiones y disgustos.