La culpa es un sentimiento que hasta cierto punto es adaptativo ya que nos ayuda a mantener las relaciones personales, a no ser impulsivos y tener empatía con los demás. Sin embargo, hay ocasiones en las que puede ser exagerada, no tener un motivo real o sentirla demasiado a menudo. Es en estos casos en los que se debe encontrar la manera de superarla por que es un sentimiento bastante destructivo y un obstáculo en el camino hacia nuestro bienestar.
¿De dónde proviene el sentimiento de culpa?
Se forja en la infancia cuando también lo hacen las normas sociales y el sentido del bien y el mal. Es una manera de mantener el orden público, familiar y relacional. Por lo tanto su origen es social, de hecho prácticamente todas las culturas del mundo fomentan el sentimiento de culpa cuando una persona no actúa como está bien visto que se haga. A partir de ahí cada sistema familiar tiene una manera de vivir la culpa y es así como se educa a los hijos.
¿Cuándo nos sentimos culpables?
Suele aparecer cuando sentimos que estamos haciendo daño a otras personas y este sentimiento nos ayuda a redirigir nuestra actuación, para dejar de hacerlo y sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás.
Por eso decía al principio que es adaptativo sentirse culpable por qué hay ciertos casos en que está justificado. Otras veces pero es desadaptativo y no tendrá otra función que fomentar nuestro malestar. Por ejemplo cuando estás bien y eres feliz, pero te sientes culpable de que los otros no lo sean. En este caso probablemente habrás aprendido que la felicidad de los demás es más importante que la tuya.
La culpa irreal
En algunos casos no hay una justificación a este sentimiento (por ejemplo cuando X no depende de nosotros), es cuando es más perjudicial y desagradable. Tal es su fuerza que puede llegar a controlar la voluntad de una persona, y de hecho, las personas que son manipuladoras la utilizan para aprovecharse de los demás.
Las personas que necesitan una constante aprobación por parte de los otros, suelen sentirse más culpables y con más malestar. Además por partida doble: si la persona hace algo que no será aprobado (aunque no sea nada malo) se sentirá culpable. Pero por otro lado y con afán de agradar a los demás, hará lo que se ajuste al deseo de los demás y estará dejando su propia elección aparcada, por lo que de nuevo se sentirá culpable.
¿Cómo podemos vencer el sentimiento de culpa?
Busca las causas de la culpa y actúa en consecuencia. Sentirnos culpable nos permitirá aprender de nuestros errores para no volver a cometerlos.
Asume tu parte de responsabilidad. Muchas veces, en la base de la culpa se encuentra la creencia de que podemos controlarlo todo, pero en realidad el grado de incertidumbre que existe es altísimo y hay muchos factores que escapan de nuestros dominios.
Analiza la situación: Hasta qué punto tu comportamiento o tus palabras han influido? ¿Qué podrías hacer para evitarlo? Lo has hecho de manera consciente o inconsciente? En muchas ocasiones no tenemos la responsabilidad al 100% de lo ocurrido.
Acepta el error y transfórmalo en aprendizaje. El pasado, pasado está. No lo podemos cambiar pero si que podemos transformar el presente y lo que encaró está por llegar. Todos nos equivocamos, hay personas que cometen errores más grandes y otras menos graves, pero el verdaderamente importante es no pasar más veces. En vez de sentirte culpable, destina tus fuerzas a intentar arreglar el mal que has hecho. Y si el error no se puede arreglar, no te queda otra que seguir adelante con la certeza de que no te volverá a pasar.
Discúlpate. A veces una disculpa sincera puede ser muy liberadora. Es “de cajón” pero muy a menudo no se hace porque cuesta aceptar el propio error y sobre todo, reconocerlo delante del otro. La comunicación es básica. Explica cómo te sientes.
Perdónate. Es el paso más complicado pero es básico para seguir adelante. A mis pacientes a veces les digo que cuando les venga la culpa, imaginen que tienen un niño pequeño en su interior y se digan lo que le dirían a él. Seguro que no lo recrimina constantemente porque esto haría crecer este sentimiento desagradable y no ayudaría en nada. Trátate como si fueras un niño pequeño que necesita comprensión y apoyo.
Si tu sentimiento de culpa es demasiado fuerte y no puedes superarlo aunque lo intentes de veras, busca la ayuda de un psicólogo. La ayuda de una persona ajena a tu entorno, que no te juzgará y que comprende que equivocarse es humano y que todos tenemos nuestras “miserias”, te hará ver las cosas desde otro prisma y te ayudará a perdonarte.